Esta película documental consigue en a penas dos horas captar toda una filosofía de vida entera. Transmite paz interior y una serie de valores como el sencillo respeto que hacen de esta pieza una experiencia por la que todos deberíamos de pasar, al menos frente a nuestras pantallas.
Trancurre de manera sencilla, de lento tempo y con una especial intuición a la hora de colocar la cámara en algunos planos donde el transcurrir voluntario de las cosas parece que posa para ella. Consigues notar la nostalgia y la soledad de la gente de la aldea pero también el cálido sonido de las conversaciones acompañadas, de palabras sin a penas escuela pero con grandes significados filosóficos tras de sí muy por encima de cualquier diplomatura letrada.
En lo simple está la gran verdad de las cosas, la mejor de todas las teorías, la más tranquila de todas las conciencias y el sentido de nuestro fugaz paso por aquí.
Este primer documental de la directora Mercedes Álvarez consiguió los premios de Mejor película en el Festival de Rótterdam y en el Festival de París Cinéma du réel 2005.
Para ampliar información una entrevista con la directora en El Cultural.
Valoración: 8